Los Corrales de Pesca de San Juan de Coquihuil

A través de este relato queremos intentar develar las causas por las que los corrales de pesca dejaron de ser usados en Chiloé insular, tomando como ejemplo lo ocurrido en el pueblo costero de San Juan – comuna de Dalcahue – entrometiéndonos entre los relatos de quienes recuerdan tal práctica. Este caso refleja un proceso que no sólo afectó a esta estrategia sino a muchísimas otras, coincidentemente solidarias y que implicaban la participación de toda la comunidad, tratándose en este caso de uno de los lugares donde su recuerdo contiene una riqueza no comparable con otras zonas costeras, donde ha sido parcial o totalmente olvidado. El desarrollo de la historia de esta localidad, complementada con una síntesis de la forma en que eran utilizados los corrales de pesca en el mismo lugar, intentará dar cuenta de las causas que han afectado la forma de vida de los habitantes de este archipiélago quienes han reemplazado todo un sistema tradicional de vida con un costo que principalmente se advierte en la pérdida del control y de la toma de decisiones, en otras palabras, el destino, de su entorno y recursos.

Tales aparejos de pesca dejaron de utilizarse hacia finales de la década del '60, y hoy en día sólo perduran algunos estacones carcomidos por la broma de mar, o simplemente fragmentos de memoria que logran situarlos imaginariamente en la explanada de lodo que enfrenta a San Juan al bajar la marea.

Estos recuerdos no sólo nos refieren una práctica dirigida a la satisfacción de necesidades básicas: el capturar peces, sino además toda una serie de concepciones mágicas que formaban parte de la lógica con que los habitantes del lugar concebían la realidad. Su ubicación, propiedad y uso reflejaban las diferencias sociales establecidas entre las familias, recreando en el intermareal (espacio afectado por las bajas y altas mareas) la distribución jerárquica de la comunidad. Finalmente, representaban una concepción de uso del espacio que protegía la sustentabilidad de los recursos marinos a través de normas de reciprocidad comunitarias. Por lo tanto, el control en la toma de decisiones estaba en manos de las comunidades locales, a diferencia de lo que ocurre actualmente en Chiloé insular.

El sector rural de San Juan dista 32 Km. de Dalcahue, cabecera de la comuna del mismo nombre a la que pertenece. El estuario de San Juan se sitúa entre los poblados de Dallico (al Norte), Calen (al Este), Quetalco (al Oeste) y el canal Dalcahue (al Sur). El caserío se emplaza sobre una terraza costera inmediata al estuario del mismo nombre, al Sudeste de la desembocadura de los ríos San Juan Oriente y Quillayco. Se halla protegido de los vientos vinculados al mal tiempo (norte, este y oeste) y expuesto al viento sur. Es interesante mencionar que en períodos de bajamar este estuario, cuya profundidad máxima en altas mareas es de 5 mts., genera una amplia zona intermareal rica en moluscos y aves pudiendo alcanzar casi un kilómetro de largo en dirección norte – sur. 

La comunidad está compuesta por al menos setenta familias que, en su mayoría, viven dispersas en los lugares altos del sector. La economía local es básicamente de autosustento sobre la base de la crianza de animales (vacunos, ovinos y porcinos) y aves de corral, la pesca y la recolección de mariscos, que combinados proporcionan el sustento diario. Además, en esta economía mixta de autosubsistencia, también tiene cierta importancia un centro de cultivos salmonídeos que da empleo a una veintena de jóvenes del sector. Otros cultivos marinos -de choritos y cholgas- también eran importantes hasta que se presentó la marea roja en el presente año, lo que produjo inmensas pérdidas a los propietarios, los que en su mayoría eran del lugar, y éstos a su vez ocupaban un importante número de mano de obra local. Actividades menores en el sector son el comercio, la construcción y reparación de embarcaciones, la recolección del pelillo (alga gracilaria) y la confección y venta de artesanía en lana.